El domingo de las elecciones presidenciales evité el teléfono y la televisión todo el día, pero el resultado fue obvio cuando a las siete de la noche comenzaron a sonar las bocinas de los carros. Con cada voto que se contaba a su favor, la gente prepotente se ponía contenta, la gente aliviada y la indiferente firmaban un cheque en blanco. Nos sentamos a observar nuestro reflejo en la oscuridad del televisor apagado, escuchando música suavecita y anestesiándonos con pisco sour. La celebración en las calles anunciaba una catástrofe aún sin forma que pronto nos alcanzaría.
*Encontré esta cita atribuida a Antonio Gramsci pero luego vi que se ponía en duda que hubiese escrito eso junto con la frase que le precedía (sobre el nuevo mundo que lucha por nacer). Otro día buscaré el texto original para corroborarlo; por ahora, son las palabras que necesito.